jueves, 11 de diciembre de 2008

12. Estado del Arte

Metodologías

Son mucho los métodos pedagógicos que se utilizan en las instituciones educativas para la enseñanza de las habilidades ortográficas: dictados, copias de textos, listas de palabras, diccionarios, crucigramas, aplicación de reglas, juegos, la lectura, la memorización de las reglas ortográficas, copiar diez veces la palabra, entre otras; pero ninguno de ellos resulta completamente efectivo, ni ha logrado que los estudiantes los apliquen de manera práctica porque siguen escribiendo con una ortografía deficiente (Gabarró & Puigarnau, (1996).

La ortografía se ha venido enseñando, tradicionalmente, por medio de la memorización de las reglas. Sin embargo su aprendizaje mecánico no garantiza que el alumno sepa utilizarlas al momento de escribirlas. Esta práctica sólo da “un resultado paradójico: los alumnos aprenden una cantidad sorprendentemente pequeña de información y se quedan con una comprensión superficial de los fenómenos que estudian” (Gómez, 2002).
Contino (2003) y Echauri (2002) señalan que la razón por la que las escuelas se niegan a abandonar este procedimiento didáctico es que los profesores se han enfocado más que nada en la enseñanza de la ortografía de manera aislada, dejando a un lado aspectos importantes de la escritura (coherencia, cohesión, concisión, precisión) que impiden que los alumnos vean de una manera global el proceso de escritura.

Una actitud muy similar existe entre las actividades de escritura y lectura. La lectura se enseña sin prestar atención a la ortografía, pensando que la aprenderán con la práctica.

Anteriormente se enseñaba al contrario, se ponía especial cuidado a la enseñanza de la ortografía con la idea de que la habilidad lectora se desarrollaría automática. Pero se ha demostrado que no existe “una relación necesaria entre leer y escribir: los buenos lectores no siempre escriben correctamente. Tampoco existe una relación necesaria entre lectura y ortografía: hay mucha gente que no tiene ninguna dificultad en leer, pero se enfrenta a serios problemas de corrección ortográfica” (Orozco, C.).

La habilidad ortográfica implica más que la memorización ortográfica de palabras de manera individual. La ortografía es una habilidad que se desarrolla a través de la interacción con la ortografía en la escritura y lectura a través del tiempo. Conforme los niños adquieren experiencia, aprenden mucho más acerca de las estructuras del idioma, sus sonidos, grafemas, raíces y demás. En pocas palabras, aprender ortografía significa aprender acerca de las palabras en una duración de tiempo y en contextos variados (Hodges, 1984).

El alfabeto

A pesar de que el español es una de las lenguas que mayor relación y equivalencia tiene entre fonema y letras, existen algunos grupos de grafías que causan problemas en la enseñanza y aprendizaje de la ortografía por compartir una pronunciación idéntica. Gómez (2002) explica las causas de los errores en la ortografía de la siguiente manera:

a) Desajuste entre los fonemas y letras: las consonantes b/v, s/z-c, g/j, h, k/q, ll/y, las vocales sin o con acento: á/a, é/e, í/i, ó/o, ú/u y la diéresis: ü/u. Aunque la escritura alfabética es en su origen es una escritura fonética esto no quiere decir que “cada signo represente exclusivamente un sonido. Más bien sucede todo lo contrario: cada letra simboliza más de un sonido, pero como las diferencias fónicas agrupadas con un mismo signo no afectan los significados de las palabras que integran, (Dido, 2001). La confusión de muchos alumnos radica en este aspecto, por eso tienden a escribir “vez”, en lugar de “ves” o “más” y no “mas”, pues esas palabras tienen el mismo sonido. Si a cada fonema le correspondiera una letra, o viceversa, los alumnos no tendrían este tipo de conflictos con su habilidad ortográfica en este aspecto o causada por esta relación.

La tecnología

La tecnología ocupa un lugar importante en la educación, es una valiosa herramienta o complemento que los maestros pueden usar para motivar y enriquecer más el aprendizaje de sus estudiantes. Sin embargo nuestro idioma se ha visto afectado por ella. Cuando se escribe un texto electrónico utilizando el messenger, el teléfono celular o se mantiene una conversión en el chat, el lenguaje se utiliza con limitaciones y pobreza: no se cuida la ortografía ni se corrige el texto (por error al teclear o por omisión, como sucede con los acentos o los signos de puntuación). Se tiende a fonetizar la escritura (wapa por `guapa`, ke kieres por `que quieres`), a veces para reflejar un uso vulgar (vente pacá: `vente para acá`). Abundan las abreviaturas más o menos formalizadas (hy pso de sa: `hoy paso de salir`, tb: `también` (Rojas, 2001).

Este tipo de errores se cometen porque en esta clase de comunicación se escribe con más rapidez para llevar una conversación más fluida o para ahorrar caracteres. Pero el problema es que los alumnos no sólo la utilizan en este contexto, sino que lo transmiten y reflejan en sus trabajos escolares y otros tipos de redacciones.

La tecnología es un gigante que crece y se desarrolla a la velocidad de la luz, y si los docentes e instituciones educativas no trabajan juntos para darle el lugar que se merece a la ortografía el problema seguirá empeorando. Por eso es importante que exista un fuerte compromiso de los docentes para concienciar a los estudiantes que este tipo de lenguaje se debe usar sólo en “este contexto y no en otros” (Rojas, 2001).

LAS INTELIGENCIAS MULTIPLES vs. LA ORTOGRAFÍA

Para obtener un aprendizaje realmente efectivo de las habilidades ortográficas, es necesario estar consientes de que los métodos que se han venido usando no han dado los mejores resultados. Por lo tanto es recomendable abandonarlos y ofrecer nuevos enfoques metodológicos que capturen el interés y motivación de nuestros alumnos para facilitarles el aprendizaje de la ortografía.

Algunas investigaciones sugieren que la diferencia entre una persona con buena o mala ortografía radica en su memoria visual. Los que tienen buena ortografía cuando escuchan una palabra que quieren escribir, buscan en su mente la imagen de la palabra y ven cada una de las letras que la forman. Su mente funciona como un almacén que va depositando la información traducida en imágenes. En cambio las personas con mala ortografía se pueden imaginar la imagen de la ventana, tal vez repitan el término para determinar si se escribe con v o b (pero como comparten sonidos similares no pueden diferenciarse auditivamente) o muy probable que crean sensaciones que derivan de la palabra ventana (Gabarró, & Puigarnau, 1996). Es verdad que la memoria visual funciona para muchos estudiantes, pero no todos aprenden de esta manera.

Se ha comprobado que las personas con dificultades ortográficas muestran un mejor progreso cuando ellos mismos escogen sus propias estrategias de aprendizaje que cuando el maestro les impone una sola técnica de estudio a todos. La teoría de las inteligencias múltiples de Howard Gardner proporciona este enfoque multidimensional que considera las diferentes maneras en que las personas aprenden 1 . Hasta hace algunos años se consideraba que el ser humano poseía una sola inteligencia la cual era cuantificable, más Gardner afirma que cada persona posee las ocho inteligencias pero aunque éstas trabajan de manera conjunta, unas se desarrollan más que otras, “producto de la dotación biológica de cada uno, de su interacción con el entorno y de la cultura imperante en su momento histórico. Las combinamos y las usamos en diferentes grados, de manera personal y única” (Lapalma, 1997). Así una persona puede ser buena para recordar rostros (inteligencias visual-espacial/ intrapersonal) pero no para los nombres y las fechas (inteligencias verballingüística/ lógico-matemático). Es posible que uno sea capaz de acordarse de una tonada (inteligencia musical) pero no de bailar al compás de la música (Inteligencia kinestésica).

Las actividades que normalmente se utilizan en las escuelas están encaminadas al uso de la habilidad lingüística, como dictados, escribir frases, crucigramas, llenar los espacios, deletrear las palabras, entre otras. Los estudiantes con problemas ortográficos necesitan herramientas que vayan más allá de esas estrategias porque sólo abarcan las habilidades auditiva, verbal y de escritura. Todas enfocadas al aspecto lingüístico (Armstrong, 2000).

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